Editorial

"La función del arte en la sociedad es edificar, reconstruirnos cuando estamos en peligro de derrumbe”. En PM  creemos que esta sociedad está en derrumbe y confiamos esta tarea de reconstrucción a nuestros artistas, que recuperen la luz de esperanza para la sociedad. Que tengan la voz de protesta, el suficiente contenido político para decir lo que sucede socialmente.

Se escuchan las voces oficialistas defendiendo a Juan Cabandié, y verdaderamente no tiene defensa alguna un personaje público, un diputado. Es cierto que no mató a nadie, no es cierto que no le robó a nadie. Debemos ser sinceros, es diputado en este país, donde la corrupción está a flor de piel, solamente no le puso el arma a nadie en la cabeza. Pero no se lo juzga social o mediáticamente por corrupto, sino por papelonero, por inútil, por querer demostrar quién es. En el video se escucha que el diputado le dice a la agente de tránsito que él tuvo que soportar la dictadura, hay que informarle a ese chico que los que se tuvieron que bancar la dictadura fueron sus padres, él simplemente fue insertado en una casa, sí, fue secuestrado a los 20 días de vida y llevado a otra casa, pero en esa casa no la paso mal y no sufrió la dictadura. Queremos aclarar que no importa si lo que existe acá es un colchón, una cama o un somier, lo que es cierto es que el señor Cabandié no debería haber entrado en el juego. El chino Zabala a través de su Facebook dejó una reflexión y tras ella un dicho popular que, en verdad, lo simplifica a la perfección: “Cuando el hijo del vecino rompe el foco de la esquina es un delincuente....pero si lo hace mi hijo....es una travesura.” Existe otro problema, por más cama que haya, el señor Cabandié se fue de boca y quedó pegado, no importa qué recurso mediático hay detrás. Por otro lado, están los oficialistas que le piden a los medios que informen la muerte del hombre del FPV en manos de los “punteros de Massa”, en lugar de pedirle a su “Presidenta” y amiga que les proporcione seguridad. No se la puede asegurar al pueblo, está bien, pero ¿ni a sus propios súbditos? Este país está en derrumbe, muertes en elecciones, desaparecidos en democracia, inflación (fenómeno marca registrada argentina), devaluación, peleas amarillistas entre políticos en vez de debates sinceros y preocupados por la sociedad. Triste realidad en la que vivimos, pero no se preocupen, PM confía con vehemencia que esta sociedad macabra se levantará, con o sin estos políticos, con o sin Cabandié, con o sin oficialismo, con o sin 6,7,8 se levantará luego de la parte más oscura de la noche.

Para no cansarlos con el mismo tema, existe otro reclamo de parte de PM, además de una advertencia a nuestros lectores: si alguna vez necesitan alguna solución gráfica, no se dejen mentir, no vayan hacia los carteles con esos nombres como imprenta, editorial o la peor malicie de todas soluciones gráficas. Porque detrás de estos nombres tranquilizadores y que ofrecen un subterfugio, demuestran ser todo lo contrario, su verdadero nombre es INSOLUCIONES GRÁFICAS, no vayan a la luz, y si van no digan que nosotros no intentamos advertirles. Mendoza no posee una imprenta que te solucione los problemas, que te asesore, simplemente ellos imprimen. Son eso, impresores de cuarta cobrando montañas de dinero por trabajos que verdaderamente ellos no hacen. Estas cosas son las que han atrasado nuestro soporte papel, pero no os desesperéis aguerridos lectores, os deleitaremos con el soporte papel dentro de muy poco y será palpable, será barato y mensual.

 

Con estas dos críticas los dejamos tranquilos para que lean esta doceava edición de PALABRAS MACABRAS, llena de Delirios, de reportajes, de críticas e información. Los dejamos con un saludo quincenal. 

Reportajes

Alfredo Arssa

 

Para este número consideramos que era mejor hacer una entrevista improvisada y no algo pactado con antelación. El 12 se viene con Alfredo Arssa, un artesano ambulante de 42 años. Es venezolano y recorre todo el continente vendiendo sus creaciones. Palabras Macabras cruzó palabras con él luego de que nos ofreciera algunas de sus artesanías. Les ofrecemos una mirada diferente de un trotamundos.

 

1-¿Qué es CULTURA?

 

CULTURA es la expresión del hombre plasmada en un conjunto de costumbres y de hábitos que ha ido creando de generación en generación. La cultura va variando con el tiempo, está en constante cambio y eso es lo mejor y más loco al mismo tiempo, no sabemos para dónde se va  a dirigir mañana.

 

2-¿Qué es el ARTE?

 

Es la puerta de salida de la Cultura, es la parte de ella que da su mensaje. Un campo amplio compuesto de subcampos en donde entra la música, la pintura, el teatro, etc. En pocas palabras, es la expresión plasmada en un determinado momento sobre alguno de estos subcampos que significa algo distinto para cada persona que lo percibe y que responde a determinadas convenciones

 

3-¿Qué es la artesanía?

 

Es muy difícil hoy en día definir este “principio” del arte. Se supone que una artesanía es totalmente diferente a otra, aunque esté hecha por la misma persona, eso es lo que nos diferencia de los procesos productivos. Como dije, es el principio del arte, sin la artesanía nunca hubiera existido el arte. Es como un circulo vicioso sin artesano no hay artesanía y si no hay artesanía no existiría el arte.

 

4-¿Vos te considerás artista o artesano?

 

En ese orden, si bien las artesanías las hago para vender, en algún lugar dentro mío siento que son mis obras de arte. Además, tengo pasión por la música, esta vida nómade me ha enseñado a tocar varios instrumentos y a expresarme de diversas maneras.

 

5-¿Es posible llevar a cabo un proyecto cultural dentro de este ámbito?

 

No es fácil, y menos si tu idea es vivir en un palacio. Hay que tener en cuenta que los planes deben ser estrictos, se requiere planificación, tiempo, paciencia, garra y sobre todo clientes del otro lado del mostrador. Igualmente creo que cada experiencia la va construyendo uno mismo y es muy complicado saber si es posible o no. 

 

6-¿Creés que aportás culturalmente con lo que hacés?

 

Sí, porque este trabajo me lo enseñó mi padre y a él se lo enseñó mi abuelo. Es un oficio que perdura de generación en generación, costumbres, pensamientos que transmitir a otras personas. Y creo que las transmito, lo veo en la cara de la gente que me compra o cuando le regalo un colgante a una niña, le mostrás tu mundo y cada uno lo interpreta a su manera.

 

7-¿Creés que existe la libertad de expresión en este país?

 

Sí, en Venezuela por ahí es más complicado y delicado este tema, en Chile también, en Bolivia tenés el derecho pero no quién te escuche. Acá pasan cosas raras, uno lo ve, pero todos podemos decir lo que pensamos y a quién queramos.

 

8-¿Por qué esta sociedad se aleja cada vez más del sentido de CULTURA y lo que ella leva implícita?

 

No se aleja, se redefine como sociedad y como cultura. Son cambios raros e indescifrables, cambian las formas de vida, las generaciones y sus estructuras. Cambia el significado de Cultura, el significado de vivir en sociedad, de los derechos, de las libertades y obligaciones. Y este mundo está muy loco, a veces no tenemos el tiempo para darle la dimensión, es sólo eso.

9-¿Existe la Política Cultural en Mendoza?

 

No creo que importe, los Estados Sudamericanos dan una clara posición de  no apoyar en serio las movidas culturales. Solo las presentaciones en auditorios y algunos favores a las amistades. Hace solo cuatro meses que estoy en Mendoza, y si algo puedo decir es que no cambia mucho de lo que uno ve en Santiago, Buenos Aires, Caracas, La Paz o no sé la que tú quieras nombrar.

 

10-¿Un crimen cultural?

 

La represión física de un estado usando la fuerza pública, y créeme que como artesano la he sufrido en muchos lugares, eso lo instalan en la sociedad, y la gente opta por despreciarnos a nosotros que trabajamos para que ellos tengan algo lindo o diferente y no a las fuerzas que nos maltratan y prefieren ciudadanos cuadrados e inconscientes.

 

11-¿Qué te motivó a desarrollar esta actividad en tu vida?

 

Mi padre, es como mi ídolo. Quizá yo tomé otro tren, y viajé, y no hice una familia y no me acomodé en un lugar, pero él me enseñó el 70% de las cosas que sé sobre este oficio. Continué con el gran negocio familiar y lo expandí por toda América en pequeñas dosis.

 

12-¿Cómo es viajar por Sudamérica?

 

Es hermoso, conoces cosas increíbles, se los recomiendo. Convives con formas de vida diferentes, comidas, costumbres y religiones, creces en muchos aspectos personales. Trabajas de lo que te gusta, vives como quieres y conoces lo que te da la gana, para mí es la mejor vida.

 

13-¿Qué harías que no hiciste?

 

Tener un hijo a los treinta años con  la mujer que amo. Entre otras cosas como ser rico. Jaja. Verdaderamente no lo sé, creo que hice lo que yo quería, otra cosa es hablar si me fue bien en lo que yo imaginé.

 

14-¿Cómo es esto de no vivir en ninguna parte?

 

Te acostumbras a todo. Gente nueva, sabores nuevos, monedas diferentes, pero siempre con el dinero justo en los  bolsillos y a veces menos. Pero algo es seguro, de todo lugar en donde estuve coseché algo, algo que me sirvió para defenderme de este mísero y loco mundo.

Nota de Tapa

Vuelo a Come Dung

 

Una noche llena de reggae en el Basement Club.

 

Por David Alós

 

Noche de viernes, pleno microcentro mendocino. En la Galería Tonsa, pero en el subsuelo funciona un pub diferente. ¿Nombre? Basement Club. Tras unas cortinas negras las escaleras que conducen al salón principal del lugar; a nuestra derecha, una barra muy luminosa, recónditos recovecos  alrededor del salón. Al frente, el escenario preparado para el show. Pasadas las dos y cuarto de la madrugada, Vuelo Charter se hacía dueño de las tablas, dando mensajes casi adoctrinadores en sus canciones. Una guitarra que parecía de otra banda, no de Reggae. Un buen espectáculo, y aunque en nuestras notas parezca repetitivo, nos defraudamos cada vez más con los sonidistas mendocinos. Luego de finalizar su último tema, les agradecieron la invitación a los chicos de la banda que los sucederían en el escenario.

            Luego de unos minutos de acomodar instrumentos, Leo, Pinky, Negro, Nico, Eugenio, el Chileno y Lucila se hicieron visibles en el escenario: la Come Dung reggae se hacen llamar y verdaderamente demostraron la  fusión de diferentes ritmos con el reggae primando siempre. Le pusieron mucha onda y tocaron de una manera casi impecable, lamentablemente lo que arruinó su desempeño durante la noche fueron los problemas apoteóticos y la inoperancia del sonido.

            Pero al fin y al cabo, “tirando de la cuerda” sacaron adelante el show. La gente los aplaudió y hasta se acercó muy pero muy cerquita del escenario agitando una buena noche de reggae. Ellos quisieron que la gente cantara su reggae y lo lograron.

            La Come Dung tocó los temas de su primer disco “La Primera Huella” y adelantó algunos de los temas de su segundo disco. Algo que siempre hacen notar los músicos mendocinos, y esta no es la excepción, es el huevo que ponen arriba de los escenarios y su objetivo del “show debe continuar”.

            PM les agradece de corazón a los chicos de la Come Dung, por invitarnos, por tenernos en cuenta y por mostrarnos un poco de lo que hacen. Cumplimos nuestro compromiso de mostrarle a la gente lo que es la Come Dung.

            Tenemos un compromiso de Palabra con el Arte mendocino y lo amacabramos todo lo que podemos.

  

“Solo háblame al oído cuando estés a mi lado”

Rincón "Delirio"

Tres preguntas que demuestran tu delirio

 

Por el ingeniero emérito Carlitos Strundelberg

 

 (Cualquier lógica coincidente con lo racional es pura similitud)

¡Qué problema tan grande es el tener que seguir con coherencia este tema tan frágil del delirio! ¡Vaya contrasentido y paradoja! Es como hablar de la curva pero manteniéndose dentro de las reglas de la geometría recta…

Continuando con mi excelsa disquisición semiótica sobre este particular, he vuelto a consultar mi enciclopedia El Tesoro de la Juventud y allí he descubierto una nueva variante de este áspero campo de estudio: la definición que la psicología le otorga al delirio = Síndrome atenuado de la paranoia caracterizado por egolatría, manía persecutoria, suspicacia y agresividad.

Vaya, vaya!! Que sigue aportándonos novedades el mataburros… Pero en realidad, si sometemos estos conceptos a la luz de la realidad actual, como nos había venido sucediendo, no hay nadie que se salve de pertenecer a este… “síndrome”. Pues bien, quién hoy día frente a tantos conflictos de comunicación, tensiones políticas, desajustes sociales y económicos no ha pensado tratar de mantenerse a salvo de tales climas nefastos, y decidir —en sabia conclusión— cuidarse un poquitín de tanta abrasión humana? Con excepción de los que por diversas razones tienen su autoestima por el subsuelo, el resto ha comenzado a vivir la vida de modo que la hostilidad del entorno no le dañe su alma, espíritu o vida. Ha comenzado a entregarse alguna cuota de amor a sí mismo, a mimarse con algún gustito repentino (que puede ir desde un cucurucho de chocolate y limón hasta un BMW, según el tamaño de la billetera que lo banque), y así con muchas cosas de todos los días. Pues bien, si esto es así, ya estaríamos compartiendo con la definición del diccionario la cualidad de egolatría que se exige para poseer el bendito síndrome.

Pero prosigamos nuestro pensamiento, ahí va la segunda inquisición: quién no ha sentido cierto escozor por la médula espinal cuando a eso de las 12 y cuarto de la noche se descubre caminando o viajando en bondi en la mitad de una barriada desconocida y de fama imperfecta? Esa incertidumbre, temor o julepito que de a poco se muestra incipientemente en nuestros riñones es suficiente para que nos encuadren dentro de un episodio paranoico, y como seguramente estaremos pensando cosas como “de esta no me salvo” o bien “ayayay… esa carita no me gusta nada…” o bien “por qué no me tomé el micro que tomo siempre” aparece allí mismo un ingrediente indispensable para el diagnóstico: el miedo al ataque. Así las cosas, no existe en este momento (dado que Batman se ha jubilado) ningún ser vivo (humano o canino) que esté libre del segundo requisito del famoso síndrome: elde la manía persecutoria.

Como se está viendo, los elementos constituyentes con que la psicología define al delirioparece que están en todo hombre y/o mujer… Es cierto que faltan dos más: la suspicacia y laagresividad, pero en el mismo ejemplo que estamos desarrollando veremos que también están presentes, tan firmes como los glóbulos rojos. Volvamos pues al mismo micro y a la misma hora… quién no ha desarrollado al máximo su suspicacia, una vez que el julepito lo ha ganado en sus fibras más íntimas? Si vemos que un muchachón de unos 120 kg se acerca desde el fondo hasta las espaldas del chofer, seguramente nuestra suspicacia se convierte en una fábrica de probabilidades fácticas: “ahí le cose un puntazo”“cagamo! Saca un chumbo y nos afana”“ahora nos cobra peaje”; a medida que los segundos se prolongan y el robusto joven permanece más o menos tranqui y hablando con el conductor, nuestra fábrica de suspicacias modifica su producto: “lo fue a apurar porque no le gustó cómo lo miraba”“le está avisando que mañana tampoco le va a pagar el viaje”“lo fue a cargar porque sabe que el chofer es de Independiente-Rivadavia”… Y así hasta que vemos que es sólo una charla casi amistosa: “ah, le está preguntando por una parada”“deben ser amigos del barrio”, “qué buen muchacho el gordo!”.

Por supuesto que en ese avance de la tranquilidad espiritual que nos fue ganando, hubo una  etapa en la cual estuvimos pensando intensamente qué agarrábamos para pegarle en la cabeza al tipo si se ponían feas las cosas, al tiempo que en nuestra mente repasábamos las mil y una maneras de asesinarlo exitosamente. En este mismo instante satisfacemos el último requisito de la definición: la violencia.

 

Pues bien, amigos y amigas lectores y lectoras, con gran agrado llegamos al final de esta nota que afirma, sostiene y demuestra científicamente que todos, todos! Ustedes, yo, él y ella, tú y vos, nosotros, nosotras, vosotroas y elloas somos delirantes!!!!!

Los nombres se los ponemos nosotros

 

Por BlankMary

Viajaba en micro. Distraída y apurada. Puteando internamente al chofer por no pisar el acelerador y esperar cortésmente a una viejecita que le hizo la señal de espera.

Era de esos días donde el clima simplemente está choto. Días primaverales con un sol asfixiante pero el viento helado te recuerda que todavía quedan coletazos de invierno.

Voy en el último de los asientos pares. Elijo siempre ese lugar porque al no ser los reservados nadie podrá quitarme de mi mundo para cederle el lugar.

Me empieza a irritar al escuchar los gritos y las risas de un niño con su madre desde el primer asiento. Mi mal humor se ve potenciado por el buen humor que llevan todos los demás. Hay gente perdida; eso siempre. Algunos con auriculares, los menos con un libro, y, en el asiento de adelante, un gordo dormido produce ruidos cuando el aire entra y sale de su boca babeante. Las ganas de pegarle en la nuca cuando la saliva comienza a acumularse en su garganta se me hicieron casi incontenibles.

“Te despertaste gordo, si supieras de la que te has salvado. Ahh encima se te pasó la parada… merecido lo tenés”.

Miro por la ventanilla. Viento. Viento helado. Y yo sin abrigo.

De golpe me arranca de mi fantasía de malhumorada un grito de alegría: ¡¡MAMI, MIRÁ!! ¡¡LAS PLANTAS ESTÁN BAILANDO!!... Era el niño del primer asiento.

Fue inevitable: sonreí.

Una simple expresión me sacó todo de golpe.

La madre le contestó: ¡No delires! ¡Las plantas no bailan! Se están moviendo por el viento.

No señora. ¡No! Usted está delirando. Usted ve los efectos del viento. Usted es la que le quiere quitar la melodía a la naturaleza. Usted está muy equivocada. 

El hijo se lo hizo saber: No mami, miralas bien, se mueven todas juntas y hacia los mismos lados: las plantas están bailando.

Música y Ocio

La herramienta mal usada

 

Por BlankMary

Un rallador de queso. Un puntero láser. Una pinza de depilar. Una aplicación para seguirte alejando de la realidad.

Todo eso le está faltando a la tecnología celular.

Ya no llevamos reloj, ya no gastamos en agendas, ni mucho menos en despertadores. Estamos dejando invadir nuestra cotidianeidad, cada vez más, por elementos que ha diseñado algún otro encerrado en una oficina.

¡Ah! ¿Pero el tuyo tiene otro color de carcaza? No sos el único. Seguro veinte mil personas en el mundo han elegido el mismo azul.

Abramos los ojos. Los teléfonos celulares están pensando por nosotros. Están eligiendo por nosotros. Están siendo por nosotros.

¿Recordamos cómo eran las cosas antes de ellos?

El reloj sonaba UNA sola vez. Era levantarte o levantarte. No había aplazos ni canciones en mp3 que de a poco aumentaban el volumen. Era irritante cuando se les terminaba la pila; pero hasta era un buen regalo de cumpleaños.

La agenda. Una libretita donde estaba TODO. Cumpleaños, teléfonos importantes, eventos. Dejaba lugar incluso para hacer dibujos a su alrededor, pegar recortes de diarios, el boleto del micro, dejar cosas entre las hojas.

¿Hace cuánto no pensás qué hora es mirando las manecillas del reloj? Y si, obvio, es MÁS FÁCIL ver la hora regalada que nos da el teléfono celular ¡y que en verano se actualiza sola!

¿Te has puesto a revisar lo que hacés en tus tiempos libres o mientras esperás a alguien? Te acerco una lista breve:

Revisás las notificaciones en las redes sociales.

Jugás Candy Crush.

Te whatsappeas con algún otro que se llevó el celular al baño –en verdad: ¿es necesario llevarlo incluso al baño?-

Borrás mensajes de texto inservibles como “Triplicá hoy desde $5...”.

Mirás fotos que ya te sabés de memoria.

Los teléfonos actuales leen muchísimos formatos de archivos: Word, pdf, e-book… son una herramienta espectacular. Nos ayuda a mantenernos en contacto y nos da una calculadora cuando la necesitamos.

El problema es que estamos haciendo un muy mal uso de ellos.

Les estamos prestando más atención a la charla por WhatsApp que a lo que nos está diciendo el amigo que tenemos en frente. Nos está quitando horas de sueño cuando lo llevamos a la cama con nosotros. Nos interrumpe charlas importantes –aunque estemos hablando sobre el polvo que hay sobre un mueble, si estamos con quienes queremos estar, la charla es importante; y si no querés estar con él… preguntate entonces por qué empezaste la charla-. Nos está ayudando a hacer de cuenta que estamos hablando por teléfono para evitar saludar a alguien; o leyendo un mensaje ¿por qué no? Nos está ayudando a tener más muertos en las rutas por obedecer al sonido de un aparato sin nada. Que es sólo plástico y metal.

Te propongo te desligues un poco de él. Y no tenés por qué cambiar el modelo si no es realmente necesario. Usá tu dinero y tu tiempo libre en cosas que realmente valgan la pena.

Agarrá un libro. Una revista de comics. Escuchá música –moderadamente, tampoco dejés que te ayuden a disimular-. Dejá que el teléfono suene; seguro es una promo de “triplicate”.

El celular sólo te está llevando a consumir. Y no lo que vos realmente querés sino “lo más descargado”, “lo que está de moda”, “lo más visto”.

No te digo que tirés a la basura tu Galaxi S3 o tu IPod 5. Sólo te invito a que revises el lugar que están ocupando en tu vida, y veas si realmente tiene que ser ocupado por él.

Recordemos, y no perdamos de vista, que la porción de la población que está más expuesta y que, por ende corre mayor riesgo, son los adolescentes. Pues cuando ellos crezcan no podrán pensar por sí mismos, ya que a esa altura el consumismo les habrá extinguido su libre albedrío y con esto su juicio crítico. Claro está que existen excepciones en los mayores, pero aún existe un alto porcentaje que usa y prefiere la mayoría de los artículos no "tecnologizados" por el capitalismo dominante.

Prioricemos el cara a cara. Y si usamos el teléfono, que sea para decir “Che: ¿cuándo nos juntamos a tomar mates?”.

El valor de la palabra durante la infancia.

 

La importancia de la literatura en la formación de las personas.

 

Por Amelí Marlowe

La literatura infantil es el primer contacto del niño con el mundo exterior. Podría decirse que en ella el niño recrea simbólicamente la realidad, por lo tanto la literatura se convierte en un puente entre el conocimiento que el niño tiene durante los primeros años de vida y la cultura que lo rodea.

Es común que el universo de la literatura infantil se mueva en un círculo fantástico habitado por ogros, hadas, brujas, duendes, seres poderosos, bosques encantados, animales parlanchines, amuletos mágicos; todos estos elementos se convertirán en una futura posibilidad de creación de ese niño devenido en hombre.

Bruno Bettelheim, un psicólogo orientado a este tema,  dice que los textos tradicionales se insertan en el inconsciente infantil permitiéndole a los chicos expulsar sus conflictos más dramáticos: inseguridad, búsqueda de alicientes vitales, temor a la muerte y a las contingencias de la vida. Pero para conseguir ese efecto, los textos deben ser originales, sin las adulteraciones que liman las asperezas de la vida. Los resultados son más positivos de esta manera que ofreciéndoles ficciones puramente “felices”.

                Podemos decir, entonces, que la literatura es un campo aparentemente “inocente”, pero en él se libran las batallas más duras y reveladoras de nuestra cultura. Una de las pautas, para que esos combates se realicen, es justamente  no dar todos los elementos, sino apuntar a la imaginación del niño. Eso hará que la actividad de leer produzca en el niño el goce  y de esta forma se aferrará el hábito por la lectura de una manera más significativa.

¿Cuál es una de las primordiales características por las que la literatura es formadora de la persona? Es el uso de la palabra. Un universo de palabras reglado, donde todo lo que se nombra, a su vez, se nombra a sí mismo y alude, simbólicamente, a todo lo demás. Por lo tanto, el uso de la palabra deriva en el aprendizaje del lenguaje.  Nadie puede dudar que es el admirable punto de encuentro entre grandes y chicos; es la herramienta primordial para la socialización.

Las palabras nombran. Y a medida que van nombrando comienzan a dar forma, y arrastran con ello una gran carga cultural que  da comienzo a la formación de la enciclopedia mental de los niños.

Palabras más, palabras menos, el adulto se impone al niño  con el lenguaje, en un intento mediano de sometimiento; pero el niño, ni lerdo ni perezoso, no se somete al lenguaje, sino que, contradictoriamente, se adueña de él. Para ellos el lenguaje se convierte en mucho más de lo que los adultos quieren que este sea; generan sus propias reglas y sus propios usos. Durante los primeros años de vida, cada palabra acarrea un significado diferente al del lenguaje oficial.  Los niños aportan  a las palabras el valor semántico que  consideran adecuado; así es que el lenguaje en esa edad es una entidad completamente empírica. Aman determinadas palabras: por sus sonidos, porque son incomprensibles, porque les resultan salvajes; mientras que odian otras, por razones similares. Es que uno de los rasgos del lenguaje de estos primeros años es el acontecer persona, lleva incorporado el tiempo, es intensamente histórico  y  queda marcado en la memoria experiencial.

Suele suceder con la literatura, que las primeras formas de lectura con las que un niño se topa son  de un lenguaje tan oficial que, al principio, no les resulta familiar, encuentran las palabras vacías de historia. Y hete aquí un gran problema: ese vaciamiento de contenido que significa para el niño dentro de su lenguaje infantil, es el efecto del vaciamiento cultural que producen los grandes medios dominantes. Esto ocurre cuando coexisten culturas. Pues el lenguaje  oficial es el de la cultura dominante, y las palabras significan lo que ellos quieren y necesitan que signifiquen, como muestra el siguiente ejemplo:

 

“--[…] Ya ves. ¡Te has cubierto de gloria! – dijo Humpty Dumpty.

--No sé qué es lo que quieres decir con eso de la «gloria» --observó Alicia.

Humpty Dumpty sonrió despectivamente.

--Pues claro que no..., y no lo sabrás hasta que te lo diga yo. Quiere decir que «ahí te he dado cn un argumento que te ha dejado bien aplastada».

--Pero «gloria» no significa «un argumento que deja bien aplastado» --objetó Alicia.

Cuando yo uso una palabra --insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso    -- quiere decir lo que yo quiero que diga... ni más ni menos.

--La cuestión --insistió Alicia-- es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.

--La cuestión -- afirmó Humpty Dumpty-- es saber quién es el que manda… eso es todo.”

 

Es importante resaltar el fuerte peso que tiene el lenguaje silvestre en contraposición con el lenguaje oficial; resiste al apriete. El lenguaje espontáneo fluye libremente debajo del lenguaje oficial; afortunadamente corre como un río desparejo y caudaloso.

 

Palabras Macabras resiste también al lenguaje oficial o establecido, sembrando en los niños ideas buenas, positivas, con palabras espontáneas. No importa si ellos no captan el mensaje, la semilla quedará plantada, los años darán riego y abono para que se desarrolle en su mente. Un día, ya hombre, se encontrará libre y creativo y así afrontar  y defenderse en el mundo de una manera diferente,  pues cuando fue niño se apoderó del lenguaje y lo hizo su arma.

Un café con...

"...cualquiera que despierto se comportase como lo hiciera en sueños sería tomado por loco"

 

 

 

…y fue muy extraño, soñar de esa manera, con ella, seis noches seguidas. No entendí, ni entiendo por qué. Jah, esto hasta parece un psicoanálisis.

-          Todo chiste, en el fondo, encubre una verdad. Pero también es verdad que cualquiera que despierto se comportase como lo hiciera en sueños sería tomado por loco.-cuánta razón, analizo la situación, debe seguir ayudándome

-          Pero bueno, volvamos al tema que estábamos hablando, cómo hacer para ser verdaderamente feliz con toda la mala leche que tengo.

-          Existen dos maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota y la otra serlo. El problema o la pregunta es ¿qué estás dispuesto a hacer para ser feliz?

-          Ehhh…mmmm…yo creo…-antes de poder continuar me interrumpe bruscamente

-          Antes de hablar recuerda muy bien esto, uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla.

-          Sí, en realidad es muy lindo lo que decís pero mi pregunta es otra, cómo hago para ser feliz y si el amor por ella es suficiente o por lo menos un buen comienzo…

-          Sólo la propia y personal experiencia hace al hombre sabio. Ese es un buen comienzo para ser feliz, pero por otro lado, el que ama, se hace humilde y aquellos que aman, por decirlo de alguna manera, renuncian a una parte de su narcisismo. Jamás nos hallamos tan a merced del sufrimiento como cuando amamos- me exacerbo, nada de lo que dice es absoluto, es totalmente relativo y eso no soluciona nada.

-          Por Dios quién me mandó a hablar con vos…

-          Sería muy simpático que existiera dios, que hubiese creado el mundo y fuese una benevolente providencia; que existieran un orden moral en el universo y una vida futura; pero es un hecho muy sorprendente el que todo esto sea exactamente lo que nosotros nos sentimos obligados a desear que exista. Lo veo en tus ojos, en todo ser humano hay deseos que no querría comunicar a otros, y deseos que no quiere confesarse a sí mismo.

-          ¡¡Quizá Dios no existe, pero vos sos un Demonio!!

-          Ni los demonios ni los dioses existen, son todos productos de las actividades psíquicas del hombre

-          Claro, te las sabés todas… está bien… tenés razón, no puedo decir más.

-          Lamentablemente si dos individuos están siempre de acuerdo en todo   puedo asegurar que uno de los dos piensa por ambos. Pero no te preocupés, como a nadie se le puede forzar para que crea, a nadie se le puede forzar para que no crea- esa sonrisa macabra que ya he visto antes se le dibuja en su barbuda cara.

-          Okey, está discusión se ha terminado, porque no me decís nada productivo y yo no me creo lo suficientemente completo como para amar y ser feliz, porque quizá nunca la entienda a ella y  sus problemas.

-          La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas. La gran pregunta que nunca ha sido contestada y a la cual no pude responder, a pesar de mis treinta años de investigación del alma femenina, es: ¿qué quiere una mujer?

-          ¿Te das cuenta? Esta discusión no va a ningún lado-a esta altura ya estoy cegado por la bronca-y no sos cien por ciento sincero conmigo.

-          La verdad al cien por ciento es tan rara como el alcohol al cien por ciento. Ser completamente honrados consigo mismo es un buen ejercicio.

Me levanto lleno de ira, quiero golpearlo me acerco pero todo se detiene, estoy en el living de la casa de mis padres, en una fiesta, no recuerdo cómo llegué ahí ni por qué estoy. Nadie me mira, ni me habla, ni me roza, mi enojo se duplica comienzo a gritar, siento mi grito sordo pero nadie más a mi alrededor me escucha,  me ignoran, quizá es por que son idiotas (o se hacen), quizá ellos sí son felices. Intento gritar más fuerte y moverme pero es desesperante no poder hacer nada de eso, me esfuerzo más y más, el dolor en mi cabeza es insoportable, logro moverme luego de toda la fuerza que hago, caigo en un pozo ciego…. ¡Ahhhhhhh! Me siento en la cama bruscamente todo transpirado, la luz de la habitación apagada, el reloj que marca las dos de la tarde, tengo el sueño cambiado desde que trabajo en el Museo. Tardo casi veinte segundos en entender lo que realmente sucedió: todo fue un sueño o quizá dos, o quizá sucedió y no lo recuerdo… no tengo las fuerzas para saber…

Pacto de Ficción

Roberto Fontanarrosa

 
 

Defensa de la derrota

 

Se apoyará, primero, los brazos estirados, las palmas de las manos contra la pared. Respirará hondo y acompasadamente varias veces, hasta que el frío de la pared le llegue. Cerrará los ojos, no mucho tiempo. Sentirá entonces, penetrándole, un reposo húmedo. Será la tristeza. Algo tibio. Íntimo, casi fraterno. Decididamente poético. Eso. Poético. Se sentará entonces, sin mirar a nadie. Le punzarán algunas miradas furtivas. De reojo. No deberá hablar casi. Ni insultar. Deberá callar largamente. Sentirá entonces, creciéndole, un orgullo callado, quieto. Será la dignidad. Lo tomará del hombro, llenando con blandura el silencio que acompaña a los fracasos. No deberá llorar. Nunca. Tal vez apretar fuertemente la mandíbula. Un instante. Se pondrá de pie. Sentirá entonces, en el pecho, detrás de los labios, un escozor denso y aguachento. Será el romanticismo, que envuelve en una gasa tenue todas las derrotas. Tomará entonces su frágil fama, su trémulo orgullo antes impecable, se vestirá con ellos cuidadosamente, casi con cariño, y se marchará. No habrá las historias resonantes de la victoria, las felicitaciones sofocantes de la victoria. Estará solo. Y tendrá que caminar lento, pero no muy lento. Una mano en el bolsillo y un gesto vacío en la cara. Apenas una palidez quebradiza en la piel cubierta paternalmente por la solapa levantada. No habrá ni un solo amigo. Ni uno. O tal vez uno que respetará el momento, el silencio, la tristeza, que dejará caer casi con temor, o con respeto, una palmada leve sobre el hombro, como temiendo romper algo, como temiendo que se le desprenda al vencido ese fino revoque de melancolía, de nostalgia.
El vencido sacudirá una vez la cabeza, o dos, en agradecimiento, sin hablar, porque una palabra, un gesto amartillado en falso, puede precipitar el llanto. Y el vencido digno no se permitirá llorar ante terceros. Se marchará solo. Se preparará en su casa un café fuerte, negro, espeso y caliente. Se tomará la cara con las dos manos, para apretarse aún más sobre los párpados esa poesía inútil de las derrotas. Para fijarse sobre los pómulos todo el romanticismo suave e impalpable de las derrotas. Se podrá permitir, ahora sí, un gesto nervioso, un puñetazo corto y duro al aire dulzón de la cocina o bien sobre la mesa. Se podrá permitir, ahora sí, llorar con un llanto comprimido, convulsivo, desesperado y hondo contra el marco de la puerta del comedor. Deberá luego lavarse la cara, secarse los ojos con una toalla. Mirarse al espejo preguntándose si tenía realmente necesidad de llorar.
Y se sentará en el sillón.
Tomará su café.
No se sentirá tan mal, después de todo.

Estamos distraídos
Mi amiga Coletta solía decir, y hace ya mucho tiempo: “Estamos entrando en la edad del nunca me había pasado”.
Y es así decimos: “Es curioso. Nunca me había pasado. Me agaché a recoger un tenedor y se me trabaron cuatro vértebras de la columna”.
Escuchamos:
- Es notable. Nunca me había pasado.
- Mordí un caramelo de limón y un premolar se me partió en ocho pedazos.
Es que, así como se habla de un Primer Mundo y de un Tercero sin que nadie conozca a ciencia cierta cuál es el Segundo, nosotros hemos pasado de la Primera Edad a la Tercera sin recalar por la Segunda y el cuerpo acusa recibo de tal apresuramiento.
El tiempo mismo, incluso, ha tomado una consistencia gelatinosa, plástica, mutante. Calculamos: “¿Cuánto hace que se mudó Roberto a su nueva casa?”.
Y arriesgamos: “¿Tres, cuatro años?”. Hasta que alguien, conocedor, nos saca de la duda: “Catorce”.
Suponemos ante el amigo encontrado ocasionalmente en la calle:
- “Tu pibe debe andar por los seis, siete años”.
- “Tiene diecinueve” –nos contesta el amigo- “Vení Tacho”. Y nos presenta a una bestia de un metro ochenta, pelo verde, un clavo miguelito clavado en la ceja y un cardumen de granos sulfurosos en la mejilla.
Se corrobora entonces aquello que, dicen, decía John Lennon: “El tiempo es algo que pasa mientras nosotros estamos distraídos haciendo otra cosa”.
Y suerte que estamos distraídos haciendo otra cosa. Mucho peor es aburrirse.
Es dulce rememorar ciertos momentos, pero más me entusiasma pensar en las cosas que tengo para hacer.
Es que mucho de esos ciertos momentos son muy viejos.
Y por lo tanto vale recordar el consejo dado por Javier Villafañe cuando alguien le preguntó como hacía para conservarse tan joven pasados los ochenta años.
- No me junto con viejos, -respondió el maestro.

 

Entonces, ¿Pactamos?

Rosario, 15 de octubre de 2013.

Queridos Escritores Macabros:

                Cómo les explico la profunda emoción que sentí al leer mis textos en su revista; a la cual tan amablemente me han invitado.

                He tenido bastante espacio para publicar, hubo puertas abiertas, y puertas cerradas a lo largo de mi vida, pero en fin, yo me cago de risa haciendo lo que hago, lo disfruto y lo que intento es que cualquiera que me lea tenga una reacción parecida: es casi un compromiso con el humor diría yo.

                Como saben, una de las cosas que me apasiona es el fútbol; una vuelta andaba por Mendoza, entro a un bar, yo quería ver el partido  de Independiente contra Rosario Central. Me estoy por sentar cuando veo en una mesita un dolape con la camiseta del rojo, solo como loco malo… ahí nomás me entro a reír y le digo:

 – Qué frío está el aire- le digo, -a ver si se bancan el baile que les vamos a dar-… El tipo me mira, y me reconoce, entonces se da cuenta de que la cargada es con buena leche, y me invita a sentarme.

-No vaya a ser que salgan como en el ’48 -me dice. –Hij’una gran siete ¿cómo me hacés acordar de eso?

-Soy Juan- me dice, tomate una cerveza conmigo Negro.

 La cosa es que nos pedimos una cerveza, y nos ponemos a ver el partido. El tipo vivía la pasión por el fútbol como yo, alentaba, puteaba, se envenenaba… Todo un diablo rojo, le ponía una fuerza a ese partido, parecía que el tipo estaba ahí, en el borde de la cancha dándoles indicaciones a los jugadores. Pero bueno, ustedes saben lo que pienso, los del rojo son cartón pintado, pero el flaco Juan, no, el flaco se hacía notar.

 Al final, terminó el partido, Independiente perdió por dos tres goles. –Así es el fútbol le digo, no te calentés. Así que nos ponemos a hablar  de la vida, y me pasa estos cuentos. Entonces, yo los leí y me quedé gambas abiertas. Así que le dije - ¡Qué lo parió Juancito, esto es bárbaro! Esto lo tiene que conocer la gente, es admirable. Y se ve que el flaco era muy modesto porque no quiso saber nada, andaba como avergonzado con la idea. Pero yo sigo convencido de que esto tiene que ser conocido. El fulbo es el fulbo, y estos escritos le hacen honor. Así que, que me disculpe el Juancito Jofre, pero publiquen acá lo que les paso; les puedo asegurar que no tiene desperdicio y que es un escritor que vale la pena destacar, no sólo por sus cuentos de fútbol, sino por su estilo y porque lo hace con pasión, y eso no es de maricones, eso es tenerlos bien bien puestos.

Los dejo con un abrazo muchachos, nos estamos viendo pronto.

                             El Negro Fontanarrosa.

 

 

Juan Jofré

Penales en el bar

 

Mi admirado amigo Roger Aguilera, escribió y publicó hace poco un maravilloso libro de relatos futboleros titulado “Penales a la siesta”. Me permito robarle con impunidad pero sin traición, parte de ese bellísimo título, para encabezar este relato.

Es que no puedo no escribir sobre lo que pasó. Después de ciento ochenta minutos de fútbol, mucho ruido y pocas nueces, una definición por penales tan atrapante y apasionante como no había visto nunca.

Si bien es cierto que nunca se puede ser neutral, yo me fui pal bar como hincha de mi sufrido Independiente de Avellaneda. Claro que prefería que ganara el equipo del interior, que además es un equipo más chico. Pero no se si lo quería por eso, o porque al otro equipo no me lo banco mucho. Creo que en realidad era porque si el equipo grande ganaba esta Copa Libertadores nos alcanzaba en el glorioso orgullo de tener siete de ellas en nuestras vitrinas.

En ese bar de mi pueblo no hay problema. Nos conocemos casi todos. Siempre hay gente que tira para uno u otro lado. Hay cargadas (pocas y entre los de más confianza), hay gritos y festejos, también algunas risas, pero hasta aquí, nunca violencia.

Por esas razones fuimos como vamos siempre, tranquilos. Nos sentamos en una de las mesas de más atrás, porque siempre se deja las de más adelante para los que son hinchas de los equipos que juegan. Para atrás se acomodan los que van “de sapos”.

Claro que fui con los otros dos hinchas del rojo con los que siempre voy. Esta vez llevamos al gordo, que a veces va con nosotros y tira siempre para el rival de nuestro querido independiente. Ahora lo llevamos porque él es hincha del equipo grande y, apuestas de por medio, tenía que ver este partido con nosotros, bancándose saber que los que tiene al lado le están haciendo fuerza a los contrarios.

La etapa de la copa tampoco era la más importante, era recién cuartos de final. Pero el partido tiene muchos condimentos para nosotros. Gastarlos a estos que se creen los más grandes del mundo, festejar que no nos alcancen, y olvidar por un rato el temblor que se nos hace en todito el cuerpo cuando pensamos que nos podemos ir a la B en un par de semanas.

El bar está lleno, como siempre. Casi toda gente conocida. Los más fanáticos de ese equipo grande han ganado la barra, dejando sus cabezas a cincuenta centímetros del tremendo televisor. Es la forma más barata de simular que uno está en ese estadio tan colmado y hermoso.

En las mesas siguientes, todos tipos conocidos del pueblo. Fervorosos hinchas del club porteño de la rivera, que se juega en esa noche la última carta para que el primer semestre no sea un gran fracaso. Casi sobre la hora llegamos nosotros y algunos otros “neutrales” que no queremos perder la oportunidad de verles la cara de yuyo a estos cabrones en caso de que no pasen de fase. Claro está que asumimos el temido riesgo de ser el blanco de las cargadas si ellos ganan, pero bue… sobre los cobardes no se ha escrito nada, reza mi compadre Pablo.

Los rituales se repiten a la perfección con la misma cronicidad de siempre. La moza no necesita ni preguntar. Saluda como siempre a los habitúes, y empieza a acarrear lo acostumbrado. Una rubia y una negra, los maníes y el cenicero.

A los treinta del primer tiempo repite el pedido sin que hagamos ni el más mínimo gesto. ¡Impecable! Pienso en el privilegio de ser parte de este pueblo tan proclive a las costumbres. Que maravillosa sensación la de pertenecer a ciertos lugares, la de saberse alguien en ese sitio. Qué seguro se siente uno de estar donde quiere estar. Que buen marco para disfrutar del espectáculo que llena el setenta por ciento de nuestras conversaciones cotidianas. ¡Puta que linda es la vida!

Un cabezazo que pega en el palo me saca de las reflexiones y me devuelve a mi silla del bar. Casi la meten estos culones que han venido a defenderse nomás, pienso pero callo. Lo miro al Pablo y veo que me devuelve una mirada como afirmando lo mismo que yo. Ambos lo miramos al gordo, que está sentado entre medio de nosotros. Mira concentrado la repetición para ver si ahí entra la pelota. Siempre en silencio, hasta la tercer o cuarta repetición, donde descarga una puteada contra el nueve perro y el palo de mierda que vaya a saber que puto canchero puso en ese lugar.

Como el partido sigue en su estado emocional exaltado, sin mostrar nada de buen fútbol, me da la posibilidad de recorrer los gestos de los presentes. Se va notando el aumento de la tensión en los hinchas del equipo grande. Los ceniceros se van llenando más rápido y los vasos se apuran como para calmar la ansiedad.

Avanzan los minutos y el local, equipo chico y del interior, ataca con ímpetu pero sin claridad. Apurado por el canto de su gente, que ha llenado esa cancha, va y va hacia el arco de los grandes que se defienden como pueden, sacando todo pa arriba, y esperando el pitazo final salvador que los lleve a la chance de los penales.

En los penales es nuestro, dice el gordo, y vuelve a su silencio cabalero. Los paisanos de la mesa de al lado preguntan el nombre del arquerito del equipo grande, y me cuestionan acerca de cuál de los dos porteros será “mas bueno pa los penales”. El de ustedes, le dije sin dudar, aunque creo que en mi tono de voz se notó que yo deseaba que el otro fuera como el Goyco.

Sabiendo que los otros no se van a enojar, los “neutrales” nos juntamos en una misma mesa para la definición por penales. Casi todos ellos han abandonado sus sillas, y se han puesto cerquita del tele.

Solo nosotros repetimos el pedido de bebida. Ellos solo fuman. Uno prende un pucho, lo deja en el cenicero y ahí nomás prendió otro. Vaya a saber porqué. Tengo un amigo que hacía eso, porque antes lo hacía con su papá, cuando estaba vivo. Y ahora que no lo tiene al lado, igual le prende un pucho, para sentirse acompañado.

Es impresionante ver lo que vi. No por los veintiséis penales, ni por los grandes errores o aciertos de los futbolistas. Sino porque en esos momentos, los personajes de mi pueblo se muestran tal cual son, auténticos. Ante la certera situación de sentir que estás a unos minutos de saber con qué animo vas a ir al laburo al otro día, todos nos mostramos sin careta. Lo que está en juego no implica ni dinero ni poder para ninguno de los que estamos ahí. Es algo más importante lo que está en juego. El grado de dignidad y alteza de la frente con la que mañana uno encara a sus compañeros de trabajo.

Llegás agrandado y gastando a todo el mundo, o caés de orejitas gachas y rabo escondido con la fortaleza de saber que hay que aguantar todo tipo de cargadas.

“Vamos maestro” le grita uno de ellos, y nosotros nos miramos con ganas de putear a ese ídolo de trapo, pecho frío, parsimonioso y asqueroso que estos endiosan. Claro está, nuestros ídolos son igualmente destruidos en boca de ellos. Pero ahora lo hacemos en silencio o voz baja. Es un código, nosotros estamos “de sapo” y los únicos sufrientes legítimos son ellos. De más está decir que en mi pueblo no hay ningún hincha del equipo chico del interior que está a punto de dejarlos afuera.

“Ese está cagado en las patas” dice el bigotudo ya medio pasado de copas. Yo pensaba que el que estaba cagado era él, porque mañana los compañeros municipales lo van a agarrar de huevón todo el día.

En silencio nos miramos y reímos para dentro. Un choque de vasos sin palabras, a fondo blanco. Ha perdido el equipo grande, ha triunfado el del interior. La TV muestra los festejos, mientras el silencio ha ganado el bar.

Cada uno a lo suyo. Van sacando los billetes, pagando y partiendo calladito pa la casa.

 

Nosotros lo palmeamos al gordo por la espalda. Nos quiere matar, pero se calma. Todo en silencio. Las palabras no hacen falta cuando el lenguaje de los rostros y rituales es tan claro. El triste, nosotros contentos. El paga, nosotros nos levantamos de la mesa y nos vamos a dormir. Mañana hay que madrugar para ir a trabajar, pero felices, por el resultado, pero sobre todo, por la maravillosa posibilidad de haber visto la esencia de mis paisanos, algo que solo me puede mostrar, una noche… de penales en el bar.

La esencia del fútbol

 

Vos que sos memorioso te debes acordar del petisito que te digo, ese que jugaba para aquel grandioso equipo de blanco que supo desparramar buen fútbol por el sur del departamento.

Te voy a dar mas detalles para ayudar a tu memoria. Los dirigía aquel noble hombre de bigote y manos de pan; ese de parada silenciosa sobre el borde de las líneas de cal de los potreros nuestros; ese que siempre observaba de brazos cruzados lo que hábilmente dibujaban con las patas los muchachos del sur.

Mirá, junto con este petisito habilidoso que te digo, jugaba un tal chirino, que lucía la 5, de patas flacas y estampa de buen tipo.  Las corría todas mostrando una extraña precisión en la pegada, siempre haciéndola rodar por abajo, como indica el buen gusto que guiaba a este grupo de hombres apasionados por la redondita, el campo, los asados y juntadas… gente gaucha si las hay.

Tenían arriba a los dos toros esos… dale, hace un esfuerzo, te tenés que acordar. Jugaba con la 9 el gringo grandote, que pateaba tan fuerte como la mujer con la que se casó. ¿Te vas acordando? El otro jugaba con la 7, vivía corriendo, creo que laburaba levantado las bolsas de basura, y que además de rápido tenía un cuerpazo, era bravo con los codos y definía como vos en tus mejores tiempos.

Si!!! Ese equipo. Exacto… que el 8 era el petisito de los caballos, y el 3 ese zurdito que ahora baila folklore… y si, tenés razón, tanto que lo bailaste vos como delantero, después se puso a dirigir un ballet de danzas nuestras.

Bueno, vos vas creer que te estoy jodiendo, pero ahora que te acordaste de ese glorioso equipo de Piedrecitas, voy a seguir hurgando en tus recuerdos, para poder contarte lo que quiero.

El petisito que te digo, ese tan habilidoso con la zurda como con la damajuana, dicen que se fue a River, te acordás? ¡Claro! Que contaban que se había vuelto porque le gustaba demasiado la farra. ¡Bueno, hasta que al fin te acordaste!

¡Ese petisito se hizo Psicólogo! Aunque te mueras de la risa y te niegues a creerme. Si, ya se que nunca hablaba, que jugaba y no se metía con nadie, que parecía tener menos personalidad que ese amigo nuestro al que lo tiene cagando la novia, y que daba la sensación de ser un simple tipo con horizontes limitados. ¡Viste que no hay que prejuzgar! ¡Cuántas veces nos lo va a enseñar la vida!

Ahora que te acordaste del petiso, del terrible caño que te metió esa vez para los cuartos de finales, y hasta del sobrenombre de sapo o algo así, te voy a contar lo que me contó.

Me lo encontré en un puesto el otro día. Yo fui a despejarme un poco y tomar unos mates por ahí, y el había ido con los mismos de siempre, para recordar viejas épocas de caballos y recogidas, tonadas, abrazos y el calor de la amistad de esa gente, solo comparables con muy pocas. Me invitaron a quedarme y compartir el asado del atardecer, con los vinos y cogollos correspondientes. Si ya se, vos me conoces, no me negaba por nada del mundo.

La cosa es que en un momento se armó la truqueada, y como siempre el azar y los reyes me dejaron afuera. Y a él también, por casualidad, o por esas cosas que hace Dios para divertirse un rato con las historias de borrachos.

Nos apartamos un rato, caminamos por los alrededores del rancho, compartiendo un cigarro armado. Ahí fue que me contó donde había estado estos años, y los avatares de los caminos por los que anduvo.

Me dijo que conoció a una mujer que le cambió la vida, lo llevó a vivir a San Luis y lo metió a la Universidad a estudiar Psicología. ¿Te acordás? ¡Qué lindos recuerdos de esa Facultad!

La cuestión es que la mina lo mantenía, le pagaba todo, y con el tiempo le fue explicando los planes. Le dijo que ella sabía de él porque había escuchado su historia de futbolista frustrado de boca mía. Porque resulta que había sido compañera mía en la Facu, una vez yo había hablado de él, y le quedó la idea dando vueltas en la cabeza, hasta que un día decidió ir a buscarlo y poner en práctica este plan imposible de creer, pero real.

Esta mujer, que yo sinceramente no me acuerdo quien es, lo enamoró primero, y después le hizo cumplir sus planes. En realidad, la mina era de plata, y lo enganchó, pero no fue tan forra. Le explicó que él tenía un destino, que tenía que estudiar Psicología, para después dedicarse a la Psicología del Deporte, donde iba a ser todo un éxito, porque él era dueño de algo que nadie tenía en los ámbitos del profesionalismo: el sentía amor por la esencia de ese maravilloso juego que es el Fútbol.

¡Fijate vos la idea de la mina!

El día que el petiso se recibió, la mina le expuso con toda sinceridad los planes y pasos a seguir. En dos días se iban a España, para que él hiciera el postgrado en Psicología Deportiva. Pasaban los seis meses allá, y después se volvían, se iban a vivir a Buenos Aires, donde él iba a vender sus servicios a los clubes mas grandes, con la idea de brindar apoyo psicológico a esos chicos que van desde el interior del país, desde pueblos y hogares humildes, y que se terminan volviendo a sus pagos porque todo los asusta tanto que no logran demostrar sus habilidades.

La idea era increíble. Yo no sé como la mina sabía tanto de fútbol, frustraciones y pibes del interior. Sospecho que la vez que conté la historia de ese habilidoso número diez, la mujer imaginó la solución a ese problema y ahora la llevaba a cabo.

¡Y te digo más! La mina le decía que él estaba destinado a salvar a esos chicos, que tenía la obligación moral de hacerlo, porque si lo hubiesen hecho con él quizá ahora sería figura de la primera de River.

La mina le explicaba que era la forma de rescatar a esos pibes que juegan con la inocencia del potrero, que llevan en los empeines de sus curtidos pies la esencia del fútbol argentino. Que era necesario que él se capacitara con los conocimientos para hacer de estos pibes los futuros jugadores de las selecciones argentinas, que nos van a devolver la sonrisa, con copas y con fútbol del bueno, de ese mismo estilo de fútbol que él aprendió en las canchas de nuestro sur y que no pudo hacer brillar en los verdes céspedes de la metrópoli porteña.

Yo no podía creer lo que estaba escuchando, y entre la borrachera mía y la de él, sumado al tono suave de la voz del petiso, los gritos de los que jugaban al truco, y los ladridos de los perros, no podía dimensionar lo increíble de la historia.

Ahora me daban ganas de preguntarle un montón de cosas, por la mina, por Buenos Aires, por España, por el destino de los planes que la mujer tan impecablemente había pensado y ejecutado, pero no me salía ni un pequeño cuestionamiento, y el petiso seguía contando.

Dice que de España disfrutó los únicos dos días que estuvo sin la mujer, que viendo al Real Madrid se durmió en la tribuna, y que ya empezaba a sentir cierto malestar y desconfianza. Me contó que Buenos Aires esta vez le pareció mucho mas feroz, terrible y temible que cuando había ido de pibe, y eso que esta vez las cosas le iban bien.

Detallaba los rincones del pomposo departamento que alquilaba y los lujos del auto que había comprado con los magníficos sueldos que Boca, River, Vélez y otros clubes grandes pagaban por sus servicios. La idea de la mina había dado resultado, y estaba haciendo un fangote de guita atendiendo a dos o tres pibes por día.

“Los pibes eran igual que yo cuando fui hace años a River. No hablaban, miraban pa abajo, comían cuando estaba solos, y añoraban sus pueblos, extrañaban jugar con sus amigos, defender los colores del club del pueblo… lo mismo que me había pasado a mi.” Evidentemente la visión de futuro que tuvo la mina era admirable.

Empezó a mantener a la mujer, como ella lo había hecho con él. Ella comenzó a estudiar Derecho, para saber de contratos y hacerse representante de esos pibes y así completar la rueda del millonario negocio.

Todo iba bonito, me decía; y ya sus nobles ojos de pibe de pueblo empezaban a brillar en forma extraña, como atajando las emociones que quieren salir en forma de lágrimas para contar su propia versión de la historia.

La curiosidad es a veces enemiga, y estaba yo por indagar acerca de las causas que lo habían traído de regreso a su querido Piedrecitas, cuando él, poniendo una mano sobre mi hombro y mirándome honestamente a los ojos me dijo: “no vuelvo mas flaco”

Dice que antes de ayer recién llegó al pueblo, que había estado todo este tiempo en Buenos Aires, vistiendo trajes y fumando en pipa algún tabaco cubano, mintiéndose a si mismo y a los demás. Ahora sí lloró un rato, mientras se acordaba que le pidió disculpas a la mujer por decepcionarla y arruinarle los planes, y que en forma de agradecimiento por haber confiado en él y por el cariño recibido, le dejó el departamento, el auto, la ropa, joyas y la caja de ahorros.

“Recién hablé con el puestero, antes de que el vino me pusiera así, y le pedí una pieza”, y ahora ya no era él solo el que lloraba, me le sumé como manda la ley de un compañero de copas que está siendo destinatario de una confesión tan noble. “Flaco, vos sin querer empezaste todo esto, y quiso Dios que hoy estés acá, para ser protagonista del fin de mi historia de futbolista frustrado. Me quedo a vivir en el campo, con la vacas, los caballos, las cabras, los yuyos, los mates, el aire puro, la soledad y los amigos de verdad… me quedo en libertad hermano”

Aquí ya no aguanté, y llorando como si el de la historia desgraciada hubiera sido yo, lo abracé fuerte al petiso.

 

“Hermano… si alguna vez volvés a contar mi historia, acordate de explicar que no me volví de Buenos Aires por borracho y fiestero como dicen… sino que me volví, y dos veces, porque el fútbol no tiene nada que ver ni con la ciencia, ni con los negocios… o por lo menos, el fútbol que nos gusta a nosotros.” 

Periodismo Cultural

Lo que existe y lo que no.

 

"Los sentimientos de “amor y temor de Dios” no tienen su origen en Dios, sino en los seres humanos. Son sentimientos de frustración dirigidos por el hombre a un ser imaginario que pretende que sea su padre."

Por BlankMary

El desinterés y la indiferencia no existen.

No existe el amor desinteresado, ni la indiferencia no intencionada. Esas son aserciones que algún ente más grande que vos te ha metido en la cabeza.

Lo que hacemos en realidad es seleccionar en función de nuestra la realidad y las relaciones sociales que nos circundan; lo que nos genera mayor satisfacción y placer es aquello que consideramos importante, lo que entra y se queda en nuestras vidas.

Meter las cosas en el desinterés o la indiferencia es sacarlas de nuestra cotidianeidad.

“Eso me es indiferente”, “Yo te amo desinteresadamente” ¡¡MENTIRA!! Esas son afirmaciones que nos decimos a nosotros mismos para no reconocer lo egoístas que podemos llegar a ser –o que en realidad ya somos-.

Somos seres individualistas, que no hacemos más que alimentar constantemente nuestro ego. El ser humano es un asco. Si es capaz de jugarse la vida por otro es porque le produciría más dolor pensar su vida sin él o ella; si le restamos importancia a ciertos hechos o cosas es porque no nos incluyen como quisiéramos.

Esta venda en los ojos la venimos trayendo desde hace siglos… y ha sido sostenida por múltiples instituciones, como son la Iglesia y la Ley civil, con todas las personas que ellas puedan parir: unos cuantos que se ocultan tras la sotana… unos muchos que andan por ahí cagando tinta burócrata sin ver realmente a quien tienen en frente.

¿Te querés ganar el cielo? Tenés que amar a todo el mundo, incluso rezar por tus enemigos; así te ganarás el paraíso… ¿Para quién es el beneficio? Para vos, que “amaste desinteresadamente”.

 

¿Querés evitar que te marquen los dedos? Debés cumplir con la Ley, que al fin y al cabo solo apunta al Bien Común. Nuevamente estás pensando tu vida en sociedad en función de premio o castigo que otro pueda proporcionarte.

La indiferencia es aquello que no te llega porque no te afecta: la pobreza, el hambre, la soledad… ¡Pero ojo! No te llega cuando la tenés al lado. Pero si es para dejar tu consciencia tranquila, sin vacilar das dinero todos los meses a los desnutridos de África –no digo que esté mal, eso está claro, sólo que estás trasladando el problema donde en realidad no lo manejás y, como si fuera poco, delegando funciones de transformación en manos de gente que ni conocés-.

Les acerco una experiencia que une estas dos ideas y suma, por desgracia, la ironía. Una vez, hace ya varios años, estaba pasando frente a una Iglesia en las fechas de la colecta anual de Cáritas. En las afueras del templo siempre hay chicos cuidando autos y pidiendo algunas monedas. Uno de ellos se acerca a una de esas mujeres de perfumes caros y tapados de piel; el diálogo fue el siguiente:

-Doñita ¿no me daría una moneda?

-No nene, no tengo nada de nada. Todo lo que tenía lo dejé en el sobrecito de Cáritas para la gente que lo necesita.

Saquen sus propias conclusiones.

¿Saben que es lo que existe verdaderamente? LA IGNORANCIA.

Ignoramos quienes son los que realmente están sufriendo.

Ignoramos que podemos hacer más de lo que pensamos por la gente que tenemos cerca.

Ignoramos que tras la idea de “desinterés e indiferencia” tapamos nuestro egoísmo.

Ignoramos que trasladamos el problema para no hacernos cargo directamente de él.

Ignoramos que hay gente que nos está mintiendo.

Ignoramos que el mundo está hecho mierda.

Ignoramos que el ser humano está demasiado cerca de la bestia y muy lejos del raciocinio.

Ignorancia. Eso es lo único que existe. Eso es lo que hay que desarraigar.

MendoMúsica!

Reportaje Real InspiraZion

 

Están juntos con el nombre de “Real InspiraZion” desde el 2010. Anteriormente, en el 2007, tenían otra banda con otra formación. Y de allí  vienen con la idea para este nuevo proyecto.

El grupo está formado por: Emi Fredy King (voz- guitarra), Jorge Díaz (guitarra - samplers), Ezequiel Damico (bajo), Emiliano Cáceres (batería - samplers), Pablo Osorio (teclas), Emiliano Estrada (saxo alto).

                En la presentación que harán el día 17 de octubre, estará invitado el tecladista de la  banda anterior. En esta nueva formación son seis: dos guitarras, una tecla, un saxo, bata, bajo, y se suman amigos con flauta traversa o tambores y percusión.

La idea, luego de la formación anterior de la banda, era hacer sound system  más el cantante solista, y después como había que ponerle un nombre a la banda salió. Este proyecto, finalmente, quedó solo en una idea en cuanto al hecho de ser solista, porque la banda era el conjunto. Sin importar quien  haga las canciones ni las letras: “las canciones son del aire y chau, el que las saca, p’afuera y ya no es de nadie”. Y eso es Real InspiraZion, un nombre significativo: “Es todo. La inspiración de cada uno plasmada en la música que se hace real. Parte de todos, poder compartir, juntarnos, hacer música. La real inspiración de todos. Venir a ensayar. Un viaje colectivo.”

Hacer reggae ha sido un encuentro, no un acuerdo previo, cada uno tiene su encuentro con la música sagrada: así surge como necesidad de hacer otra música.

Real InspiraZion presentan su primer disco HUMANO en la nave cultural el día  jueves 17 a las 21 horas. Un trabajo arduo de dos años. Fue grabado en Las Heras, en la calle Pescadores y Coronel Díaz. Fue una buena experiencia como primer trabajo.

La expectativa para la presentación es que sea un toque a lo grande, ya que es un lugar con todas las comodidades.

¿Qué es cultura para ustedes?

 

Cultura es lo que le va  saliendo de la gente en base al lugar, lo que vive. Son las expresiones de los lugares, de los pueblos. La cultura es todo lo que nos va curtiendo y moldeando día a día, todo lo que vamos aprendiendo, ideas que se nos van cruzando. Vas mutando, vas cambiando, lo que vas asimilando en tu vida, eso es la cultura. Y de repente, encontrar gente con la misma cultura que vos es también pegar buena onda y saber que crecés, y de la misma forma con las demás, porque no significa que  no podés relacionarte con otras culturas. Es lo que cada uno lleva adentro  y se expresa.

¿Ustedes se consideran artistas?

Sí, totalmente. Aparte, lo nuestro es a diario, no es que a esta altura del proyecto te levantás pensando donde vas a meter ese sol mayor hoy.

 

También depende de cómo se plantee lo de artista, tiene mucho que ver con estar en contacto con el arte, con la música. Nosotros aprendemos  un poco de música, de imágenes, de poder traer parte del arte, eso es para mí ser artista. Entonces yo me considero artista, todos y cada uno de nosotros estamos en el arte, entonces somos artistas. 

Antes de tocar en Mendoza ¿dónde tocaron la última vez?

 

En Neuquén, en el teatro del Viento, tuvimos dos fechas ahí, una en un camping y la otra en el teatro. 

¿Qué esperan del público cuando salen al escenario o qué esperan del show en sí?

 

Que salga bien y disfrutarlo, tratar de sacar esos nervios para otro lado. Eso esperamos del show disfrutarlo y que la gente lo disfrute. Y esta vez, como seguramente va a ser un show más familiar, que las personas que estén ahí a nuestro lado entiendan, más o menos, qué es esto: qué es pasar horas tocando, ensayando. Eso, que puedan  entenderlo y que vean el fruto de nuestro sacrificio y amor por lo que hacemos.

 

¿Cómo es ser músico en Mendoza?

Es ser un guerrero; es difícil pero está buenísimo. Esta tierra para mí es la tierra prometida. Cuesta, cuesta en Ciudad  por los lugares. Les cuesta a todos los músicos y en todo lugar: en Buenos Aires porque son muchos, en otros lugares porque hay pocos. Y así, cada lugar tiene su mambo. Pero bueno hay que batallarla; hay mucha pasta, hay artistas buenísimos, cada vez más profesionales. Y van saliendo de todas las ramas del arte, y eso es muy bueno, te das cuenta que se mueve el artista mendocino. Está yendo cada vez más allá.

 

En un reportaje que hicimos a Felipe Staiti, él nos dejó una frase, que de ahora en más preguntamos a todas las bandas, él dijo que cuando uno hace música o arte tiene mil razones para dejar y una para seguir; cada uno tiene su razón para seguir ¿Cuál es esa razón que tienen ustedes para seguir peleando?

Y… la misma música, el gusto por la  música. La música es re loca en un punto, porque es una especie de vicio. Vos no la tenés y ya es un bajón. Es así, creo que todos lo vivimos: si no podés tocar tu instrumento, no podés hacer un ruidito un ratito, juntarte, ver un video, debatir , te quedás como vacío y eso solamente lo vive el músico que está acostumbrado a hacerlo. Entonces, el punto de no dejar la música  es que no podés porque si no te quedás vacío. Entonces, para qué quedar vacío si uno todavía puede hacer ruido y hacer lo que le guste y llevarlo para el lado que quiere. No podemos dejar la música, es como un gran vicio.

 

¿Creen que acá en Mendoza existen las políticas culturales para difundir las bandas?

Sí existen, para pocos, privilegiados, entongados. Socios del poder.

¿Y los medios de comunicación?

Sí, van cambiando. Por ejemplo, ustedes así como revista. Van creciendo, hay muchos, como ustedes, que hacen esto, van en camino van para arriba y está bueno y es súper valorable.

¿Qué le prometen a la gente para que vaya?

 

La mejor buena onda, un buen show con mucho trabajo y muchos artistas. Va a estar bueno, se va a mostrar una buena parte del estilo del reggae un nuevo arte que va saliendo, improvisación, metal, todas las emociones.

Tira Cómica

 

 
 
 
 
 
 

Escritores Itinerantes

Algunas veces somos estúpidos

 

Entra así la luz reflejando una idiotez casi admirable

y en un ritual extraño escribo nuestros nombres en las paredes

algunos trazos son enigmas que suelen revolcarse por mi mente,           

algunas palabras pueden ser tan profundas como el fondo reciclado

de mis sueños, algunas palabras pueden dividir nuestros mundos ya distantes         

y otras pueden hacer de nuestra música un hermoso recuerdo que decora

nuestra extraña adoración.

Entra así un ave que cruza nuestro océano intangible, vuela en la dulce primavera

rozando el azul misterio bajo el húmedo roció que brilla en nuestro sueño.

Dejo caer los muros de mi incomprensión, dejo que tus piernas se enreden en mi cuerpo

y que tu amor me asfixie de pasión.

Miro tus ojos perdidos en su propia belleza, algunas veces me miraban,

algunas veces me acecinaban., y tu cuerpo me duerme, tu cuerpo me olvidaba, tu cuerpo a veces me amaba.

A veces sueles esconderte en las profundidades de tu mar inhóspito,

otras veces sueles desaparecer sobre los techos oscuros de la cuidad dormida,

otras veces solo ignoras mis palabras tristes, y te embriagas sola de melancolía,

sola, sola bajo la luna distraída.

Nos perdimos, nos fuimos, nunca volvimos a usar nuestras palabras

nunca volvimos hablar de estúpidas ideas rotas.

Mis manos fueron tímidas, te acaricie torpemente

mientras suavemente te quedabas dormida.

Dejé aquel día una herida en nuestra historia,

 

Dejé aquel día un poema en tu memoria.

 

Leandro Bullaude

 

Manzanas

 

 

Frutos prohibidos,
Mutilan mi suspicacia
Haciéndome desear madrugadas
De amor desinteresado.

Obvias respuestas,
Exponen mis páginas,
Con poderes sin rostro,
Como un romance astuto.

Pidiéndole al tiempo
Falsos testimonios,
Colgados en el cuarto de las memorias
Por inspiraciones naturales.

Abandonando a la muerte,
A veces a escondidas,
Alucinando que llueven milagros
Para mi felicidad interna.

 

 

Tobías LeChiend